Es un estado emocional caracterizado por la presencia de tristeza profunda, sensación de desánimo y desesperanza, junto con la vivencia de un gran agotamiento. Observamos como la persona tiene escasa motivación para realizar cualquier actividad en su día a día.
Comencemos por identificar, darnos cuenta de que algo está ocurriendo y cambiando en nuestro día a día. A partir de este momento comenzará el trabajo paulatino para conseguir una mejoría y volver a un estado más activo y funcional.
A través de un enfoque integrador, el cual nos permitirá identificar la problemática principal de cada persona, su contexto y variables específicas, pudiendo ofrecerle los recursos y herramientas más idóneos para manejar su situación específica.